Entre la tradición y Gaudí
Between Tradition and Gaudí
Entre la tradició i Gaudí
Castellano
Fotos: Celia Miralles
Texto: Mercedes Salvador
A veces en Barcelona parece que uno vive dentro de un sueño. En un mundo donde residen la imaginación y el buen gusto. Cuando recorres sus calles te encuentras con tiendas de todos tipos. Unas venden antigüedades y otras carritos de bebé y bicicletas de mimbre.
Entre todas, la Sombrerería del carrer del Call se merece una parada obligatoria por su tesón: en el 1900 cuando las mujeres de alta sociedad llevaban sombreros de plumas, los aventureros salacots y los señores sombreros de copa, bastón y reloj de bolsillo, estos negocios se expandieron. Hoy se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos y vender hasta gorras del Barca, pero siguen allí al pie del cañón.
En el carrer Petritxol, Celia y yo abrimos la puerta de la granja Dulcinea. El aroma a chocolate caliente, nata y ensaimadas se expande por la calle por un momento. Frente a nosotras se asoma un balcón que desciende desde mitad del techo de vigas de madera. Todo a conjunto con las mesas y sillas. Escogemos una en un rincón, lejos de dos grupos de ancianas que seguramente han ido a pasar la tarde. A destacar es que allí muchas de las clientas son añejas como el local. Pero su reputación viene de lejos ya que: Ángel Guimerá despachaba sus visitas allí y Salvador Dalí lucía a chicas explosivas. Caminamos sobre un suelo de baldosa blanca con rombos granates y nos sentamos al lado de la chimenea.
El dueño, el señor Mach, con más años que sus clientas, nos cuenta que su madre en 1931 transformó una taberna en la granja que es ahora y al final nos pregunta- ¿chocolate con nata y churros?
- Por supuesto- ¿Quién podría negarse?
Las granjas entretienen las tardes de muchas ancianas y de las que no son tan ancianas.
Seguimos caminando y por entre olores a meado y escaparates, uno sin darse cuenta percibe la esencia de una Barcelona que ha sido escenario de una exposición Universal, otra internacional, unos juegos olímpicos y un fórum, entre otros. Con ello se ha ido renovando a sí misma alcanzando un nivel de sofisticación difícilmente igualable.
La emigración, además ha traído sus propias ideas, ganas de renovación y palabras nuevas como la de regalería.
Las influencias de las distintas culturas han dejado su rastro: desde los primeros asentamientos en el neolítico, pasando por las guerras púnicas, los cartagineses, el imperio carolingio, la renaixenca hasta Gaudí con su estilo propio que combinó el arte local, modernismo y 'Art Nouveau' aprovechando lo mejor del surrealismo, constructivismo y hasta el fauvismo.
Seguimos caminando ahora por el Eixample y entramos en el restaurante Semproniana, que parece recoger todas las influencias mencionadas. En su interior uno diría que han decidido guardarlo todo, por si acaso. Hasta el cartel de la entrada de la antigua editorial Miquel.
Pero no nos engañemos, que en la mezcla de estilos, muebles de diseño, y colorido hay mucho savoir- faire. El arquitecto Santiago Alegre y la imprescindible Ada Parellada han creado una combinación de tuberías vistas al estilo Soho de Nueva York, con tapices y cuadros que no enmarcan nada, telas de la India (traídas por sus cuñados) y paredes forradas de noticias que se llenan cada día con alguna anécdota nueva, como el cumpleaños de una centenaria.
El techo parece que nos diga: ya no sabemos qué colgar.
Son tantas las ideas acumuladas que se desparraman como huérfanos en el patio del orfelinato. Un ejemplo sería: un menú de colores con platos como: yema de huevo con vieiras y calabaza, cenas de edad, donde se favorece a la juventud, porque si pasas de los cuarenta, se dobla el precio. Comentario especial para el brazo de un gitano moreno (de butifarra negra) para estómagos entrenados y otro para el delirium tremens (para los fanáticos del chocolate negro como yo) porque cuando te gusta algo no hay nada mejor que te lo den en todas sus versiones y formas. Son irresistibles y punto.
Así, el Semproniana es una combinación de verborrea narrativa, culinaria y arquitectónica que llena los sentidos casi como si estuvieras en la India, pero en catalán.
Un Gaudí en restaurante.
Un reflejo de en lo que se ha convertido Barcelona.Y después de una merienda en la granja Dulcinea y una cena en el Semproniana, regada por supuesto con buen vino, a dormir que mañana será otro día o, como decía mi abuela: y con esto y un bizcocho hasta mañana a las 8.
English
Translation: Ken Green
Pictures: Celia Miralles
Text: Mercedes Salvador
Sometimes in Barcelona, it seems that one lives in a dream. In a world where imagination and good taste reside. When you travel her streets, you encounter shops for every taste. Some sell antiques and others baby carriages and wicker tricycles.
Among them all, La Sombrerería (the Hat Shop) on Carrer del Call deserves an obligatory stop for its perseverance. In 1900, when the women of high society wore feathered hats, adventurers wore pith helmets and gentlemen wore top hats and carried canes and pocket watches, these businesses thrived. Today, they've had to adapt to modern times and even to selling team Barca caps, but they continue there, unperturbed.
On Carrer Petritxol, Celia and I open the door of La Granja Dulcinea. For a moment, the aroma of hot chocolate, cream and ensaimadas (a pastry from Mallorca) rolls out into the street. In front of us, protrudes a balcony that descends from the middle of the wood-beamed ceiling. It is all in harmony with the tables and chairs. We choose a table in a corner, far from two groups of elderly ladies who have surely come to spend the entire afternoon. Here, many of the clients are as aged as the establishment. But its reputation is long-standing: Ángel Guimerá spent his visits here and Salvador Dalí showed-off for spectacular young women. We walk across a floor of white tile with inset maroon diamonds and seat ourselves beside the fireplace. The owner, Señor Mach, who is even older than his customers, tells us that, in 1931, his mother converted a tavern into today's La Granja, and finally asks us; "Chocolate with cream and churros?"
"Of course." Who could refuse?
La Granja occupies the afternoons of many old people and some who are not so old.
We continue walking and, without realizing it, between the shop windows and the odor of piss one perceives the essence of a Barcelona that has been the scene of a Universal Exposition, an International Exposition, Olympic Games and a Forum of Cultures, among others. Through all of that, it has been renewing itself, reaching a level of sophistication that is hard to equal. In addition, immigration has brought its own ideas, desires for change and new words like regalería.
The influences of different cultures have left their marks: from the first neolithic settlements through the Punic Wars, the Carthaginians, the Carolingian Empire, the Renaixença and Gaudí, with his own style that combined local art with Modernism and Art Nouveau while making use of the best of Surrealism, Constructivism and Fauvism.
Again we resume walking, now through the Eixample, and we enter the restaurant La Semproniana, which seems to reflect all those influences mentioned. Of its interior, one would say; they have decided to save everything, just in case. Right up to the sign at the entrance from the old publisher, Miquel, which formerly occupied this space.
But we don't deceive ourselves, for in the mix of styles, designer furniture and color there is much savoir-faire. The architect Santiago Alegre and the essential Ada Parellada have created a combination of exposed piping in the style of New York's Soho, with tapestries and picture frames that don't frame anything, fabrics from India (brought by their in-laws) and walls covered with news articles to which, each day, is added some new story, like the birthday of a centenarian.
The ceiling seems to say to us: "Now we don't know what else to hang."
So many are the accumulated ideas, that they are scattered like children in the playground of an orphanage. Some examples: A menu of colors with dishes like egg yolk with scallops and pumpkin; Dinners by age, where youth is favored and, if you are younger than thirty, the price of the dinner equals your age. A special mention for the Dark Gypsy's Arm (made of blood sausage) for experienced stomachs and another for the Delerium Tremens (for dark chocolate fanatics like me) because when you love something, there is nothing better than to have it in all of its shapes and versions. They are irresistable. So, La Semproniana is a combination of culinary and architectural narratives told with verbal diarrhea. It fills the senses almost as if you were in India, but in Cataluña instead.
A Gaudí as a restaurant.
A reflection of what Barcelona has made of itself.
And so, after an afternoon snack in La Granja Dulcinea and dinner at La Semproniana, steeped in good wine of course; to sleep. For tomorrow is another day or, as my grandmother said, "And with this and a cake, until tomorrow at eight."
Català
Fotos i traducció: Cèlia Miralles
Text: Mercedes Salvador
De vegades a Barcelona sembla que un viu dintre d'un somni. En un món on resideixen la imaginació i el bon gust. Quan recorres els seus carrers et trobes amb botigues per a tots els gustos. Unes venen antiguitats i altres cotxets de nadó i bicicletes de vímet.
Entre totes, la Sombrerería del carrer del Call mereix una parada obligatòria per la seva tenacitat: en el 1900 quan les dones de l’alta societat duien barrets de plomes, els aventurers salacots i els senyor barrets de copa alta, bastó i rellotge de butxaca, aquests negocis es varen expandir. Avui s’han hagut d’adaptar als nous temps i vendre fins i tot, gorres del Barca, però segueixen allí al peu del canó.
En el carrer Petritxol, la Cèlia i jo obrim la porta de la granja Dulcinea. L'aroma a xocolata calenta, nata i ensaïmades s'expandeix pel carrer per un moment. Enfront de nosaltres treu el cap una balconada que descendeix des de la meitat del sostre de bigues de fusta a conjunt amb les taules i cadires. Escollim una en un racó, lluny de dos grups de dones grans que segurament han anat a passar la tarda. A destacar és que allí moltes de les clientes són antigues com el local. es mereix una parada obligatòria per la seva tenacitat: en el 1900 quan les dones de l'alta societat duien barrets de plomes, els aventurers salacots i els senyors barrets de copa alta, bastó i rellotge de butxaca, aquests negocis es van expandir. Avui s'han hagut d'adaptar als nous temps i vendre fins a gorres del Però la seva reputació ve des de lluny ja que: Ángel Guimerá despatxava allà a les seves visites i Salvador Dalí lluïa a noies explosives. Caminem sobre un sòl de rajola blanca amb rombes granats i ens asseiem al costat de la xemeneia.
L'amo, el senyor Mach, amb més anys que les seves clientes, ens explica que la seva mare en 1931 va transformar una taverna en la granja que és ara i al final ens pregunta- xocolata amb , nata i xurros?
- Per descomptat- Qui podria negar-se?
Les granges entretenen les tardes de moltes dones grans i de qui no són tan grans.
Seguim caminant i entre olors de pixats i aparadors, un sense adonar-se percep l'essència d'una Barcelona que ha estat escenari d'una exposició Universal, altra internacional, uns jocs olímpics i un fòrum, entre uns altres. Amb això s'ha anat renovant a si mateixa arribant a un nivell de sofisticació difícilment igualable.
L'emigració, a més ha portat les seves pròpies idees, ganes de renovació i paraules noves com la de regalería.
Les influències de les diferents cultures han deixat el seu rastre: des dels primers assentaments en el neolític, passant per les guerres púniques, els cartaginesos, l'imperi carolingi, la renaixença fins Gaudí amb el seu estil propi que va combinar l'art local, modernisme i "l'Art Nouveau" aprofitant el millor del surrealisme, constructivisme i fins el fauvisme.
Seguim caminant ara per l'Eixample i entrem en el restaurant Semproniana, que sembla recollir totes les influències esmentades. En el seu interior un diria que han decidit guardar-lo tot, no fos cas. Fins el cartell de l'entrada de l'antiga editorial Miquel.
Però no ens enganyem, que en la barreja d'estils, mobles de disseny, i colorit hi ha molt "savoir-faire". L'arquitecte Santiago Alegre i la imprescindible Ada Parellada han creat una combinació de canonades vistes a l'estil Soho de Nova York, amb tapissos i quadres que no emmarquen res, teles de la Índia (portades pels seus cunyats) i parets folrades de notícies que s'omplen cada dia amb alguna anècdota nova, com el natalici d'una centenària. El sostre sembla que ens digui: ja no sabem què penjar.
Són tantes les idees acumulades que s'escampen com orfes al pati de l'orfenat. Un exemple seria: un menú de colors amb plats com: rovell d'ou amb petxines de vieires i carabassa, sopars d'edat, on s'afavoreix a la joventut, perquè si passes dels quaranta, es doblega el preu. Comentari especial per al braç d'un gitano moreno (de botifarra negra) per a estómacs entrenats i altre per al delirium tremens (per als fanàtics de la xocolata negra com jo) perquè quan t'agrada alguna cosa no hi ha gens millor que t'ho donin en totes les seves versions i formes. Són irresistibles i punt.
Així, el Semproniana és una combinació de verborrea narrativa, culinària i arquitectònica que omple els sentits gairebé com si estiguessis en l'Índia, però en català.
Un Gaudí en restaurant.
Un reflex d'en el que s'ha convertit Barcelona.
I després d'un berenar en la granja Dulcinea i un sopar en el Semproniana, regada per descomptat amb un bon vi, a dormir que demà serà un altre dia o, com deia la meva àvia: i amb això i un bescuit fins demà a les 8.
Como siempre, un placer trabajar contigo, Merche. Además siempre con buen humor, ... yo creo que eso lo transmitimos ... por eso hasta Mikimoto se ha interesado!!!! :>
ResponderEliminarUn beso,
Celia
Oye si es que tu y yo juntas, y con la ayuda de Ken somos LA BOMBA.....
ResponderEliminarBesos,
Merche
Anónimo dijo...
ResponderEliminarKaixo/Hola/ hello: (Como éste blog es trilingüe....yo le añado el cuatrilingüe)
No soy amigo de escribir comentarios, pero en atención a Celia, esa peculiar mujer, que he conocido mínimamente éstos días y a quien espero considerar al menos amiga si tengo la oportunidad de conocer más a fondo, (aún son pocas horas de "MONÓLOGO" las que llevamos a cuestas); como decía, en atención a ella haré mi particular comentario y éste no puede ser más que elogioso porque tiene algo que todos deberíamos valorar: intimismo, detallismo, recalca las pequeñas cosas que son las que nos hacen llevadero este trayecto más o menos largo antes de cerrar la puerta por la parte de fuera. (Algún día le explicaré Celia de quién y por qué le copié esta frase ).
Y cómo no...el apartado dedicado a los "motoristas" (Celia entiende lo de las "" "").
Me lo temía...el comentario más largo...el abuelo cebolleta ya no tiene remedio.
¡¡Agur/Adeu/Good bye !!
Txutxi Txirrindulari.
Chicas, alucino con vosotras!!! Cuando parece que ya lo habéis hecho perfecto, vais y lo hacéis aún mejor!!!!
ResponderEliminarAhora me habéis dejado con antojo de chocolate con churros... aiiinnnsss!! ¿Donde voy yo a estas horas a buscarlo?... Pero de mañana no pasa que me lo tomo, eso seguro!!
Merche, he leído el trocito de capítulo de tu libro que tienes colgado en tu blog y me ha enganchado totalmente!!! A ver si se dan prisa en publicártelo que quiero máaaassss!!!
Cèlia, eres una peazo artista!!! Te fijas en unos detalles para hacer las fotos que yo ni habría visto... me encantan todas, si tubiera que elegir una tendría un verdadero problema!!!
Espero con ganas la próxima publicación!!
Besos.
Montse.
Hola Montse,
ResponderEliminarGracias por tus comentarios... que de verdad nos ayudan a seguir... Celia, Ken y yo nos lo curramos ... pero a la vez lo pasamos genial... y cuando tenemos comentarios ocmo el tuyo es la rebomba.
La novela, la están leyendo varios totems, entre ellos la suepr agente Carmen Balcells, así que espero estar ahí fuera, más o menos pronto o me dará algo, dando el DO de pecho... y Celia bueno que voy a decir un genio del detalle...
Besos,
Merche
Montse, carinyet, la Merche ja t'ho ha dit tot, però dir-te que sense tu, a la meva vida li faltaria quelcom important.
ResponderEliminarGràcies per les teves paraules, em deixes amb la pell de gallina! ... Gràcies, gràcies.
Si tot això surt, bé, ho celebrarem com deu mana!
T'estimo!
Cèlia
Mercedes,
ResponderEliminarFantastic, enhorabona per a la teva participacio a NY, t'animo a que participis amb mes activitats com aquestes.!!!!
Rep una forta abracada,
Conrad Adillon
President Emeritus i Fundador dels Friends of Catalonia
Hola,
ResponderEliminarpor cierto, yo me sigo comprando cada 2/3 años mis gorras escocesas en la sombrerería del carrer del Call.....para mi es ya un ritual. Voy solo, andando, entro, pido que me enseñen las gorras ESCOCESAS (a cuadros, y se diferencian de las inglesas en que éstas últimas son monocolores -gris, marron, azul marino-), me miden la cabeza para no errar.....en fin: como un yayo....pero me encanta llevar en invierno mi gorra escocesa a la que me he acostumbrado cuando llega el frío y me va de narices (un 20% de la temperatura del cuerpo "va y viene" por la cabeza....).
Y es que me ha encantado tu artículo y las fotos.......la granja, el Semproniana (me encanta como restuarante y, además, los sábados, los niños cocinan !!). Bravo.
José María Valón
hola!!!
ResponderEliminarmuchas gracias por la entrada, ha quedado fantástica! Semproniana, gracias a vosotras, incluso parece un restaurante serio e importante!
besos
ada Parellada