Punto de partida - Meeting Place - Punt de partida

Punto de partida -  Meeting Place - Punt de partida

jueves, 9 de febrero de 2012

LA CIUDAD DE LA INSÓLITA GRAVEDAD Y LA GEOMETRÍA CURVA





  
En esta ocasión incluimos una mirada de Barcelona, desde fuera, escrita por la escritora Lola Buendía,   licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada,  dirige la revista cultural y artística Terral  http://www.revistaterral.com/.

Actualmente reside en Benalmádena (Málaga).  Su primera novela, Los Valles olvidados, mereció el accésit del XVIII Premio Anual de Literatura, en 2008. Ha colaborado en varias publicaciones con relatos de viajes y artículos de opinión. Tiene varios libros de relatos publicados con otros autores, algunos de ellos premiados en distintos certámenes.



BARCELONA: LA CIUDAD DE LA INSÓLITA GRAVEDAD Y 
LA GEOMETRÍA CURVA

Castellano: Lola BuendíaFotos: Celia Miralles
 
He regresado a Barcelona después de muchos años, con un breve paréntesis para asistir a unas jornadas poéticas en 2010, Vilapoética, en las que aproveché unas horas recorriendo su barrio gótico mientras hacía tiempo para la salida de mi vuelo a Málaga. Como digo, he vuelto a la ciudad de la geometría curva y las columnas que desafían la gravedad, sin un motivo especial. Dice Baudelaire que “Los verdaderos viajeros son aquellos que parten por partir”.

Me instalé en un hostal de La Rambla, cerca de La Boquería. El sol salía a la derecha de mi balcón, y por encima de mi cabeza se alzaban las inquietantes gárgolas del edificio contiguo, que por la noche parecían tomar vida para adueñarse de los extraños inquilinos que osaran perturbar su silencio. Por si acaso, siempre cerraba el balcón cuando me iba a dormir.

Mi primera visita fue al mercado de La Boquería. A pesar de la temprana hora, ya había muchos turistas con su cámara enfocando los deslumbrantes colores de las frutas, que se abrían lujuriosas a los ojos y al olfato, incitando al paladar, y reclamaban una de aquellas tarrinas primorosamente preparadas con frutas exóticas traídas de los más variados países. Luego me detenía en los puestos de bombones, colocados en receptáculos ascendentes para que todos gozaran de la misma oportunidad al comprador: chocolate blanco, negro, de color cacao; con variedad de formas, delicias rematadas por sombrerillos de frutos secos, provocando al paladar … y las pinzas por aquí y por allá tanteando cuál me llevaría al cartucho … Vasos de zumos dignos de la paleta de un pintor o del objetivo de un fotógrafo. Gentes moviéndose de un puesto a otro, deteniéndose para apuntar algún nombre desconocido, hacer una instantánea o, simplemente, mirar. Un mercado abierto desde las 8 de la mañana a 8 de la tarde; con la paciencia de sus vendedores aguantando el torrente turístico.

Solía comprar una tarrina de fruta: 2 o 3 euros, según tamaño y variedad.  La degustaba sentada al filo de mi cama mirando al bulevar. Enfrente se colocaba una estatua viviente de un senador romano, vestido con toga. A los turistas que se hacían una foto con él, el senador les colocabas una corona de laurel dorado en la cabeza. A lo largo del paseo de La Rambla hay más estatuas vivientes: la del hombre bicicleta con la niña-esqueleto, frente al Liceo, que pedalean cuando se les echa una moneda, Cleopatras  aguardando a su Marco Antonio, toreros en paro, esqueletos boxeadores, ángeles femeninos, duendes, monstruos inquietantes, cortesanas escapadas de la guillotina … Más abajo, en dirección a la estatua de Colón se encuentran los pintores y caricaturistas, que se quejan de la crisis, y soportan mucho frío.

Pero como no hay ciudad que pueda prescindir del turista, a lo largo del bulevar hay muchos kioscos con miles de souvenires: reproducciones en miniatura de las obras de artistas que han dejado impronta en la ciudad, Miró, Gaudí, Picasso …, asequibles en precio y tamaño para que entren en la maleta.

 En La Rambla he vivido durante unos pocos días. Ella ha sido testigo de mis paseos solitarios, donde mis ojos se han cruzado con ojos de rostros de muchos países, he escuchado lenguas que no conocía salvo por la cadencia, y me he dejado llevar por la riada humana que intenta sobrevivir el día a día como en cualquier lugar de la tierra. No me he sentido extraña, salvo conmigo misma, en ocasiones. He visitado los barrios emblemáticos de Barcelona, que me recomendó Merche, mi amiga catalana-neoyorkina, tan acertadamente: El Borne, El Gótico, con sus callejuelas antiguas, cargadas de historia, remozadas por multitud de tiendas, cafeterías, charcuterías … Placitas acogedoras y catedrales cuyas piedras han sido testigos de importantes y solemnes acontecimientos.

 - Perdón ¿por dónde se va a la Plaza de Cataluña?

 -Todo recto, señorasiga todo recto, era la amable respuesta de la gente a la que preguntaba.

Y otro día un hueco para recorrer la Barceloneta, el barrio de pescadores que me recordó a los de Nápoles, con sus callejuelas colgadas de ropa, como abanderando la ciudad, sus casas aún conservan el ocre desvaído de sus fachadas, algunas muy viejas, pero que llevan su vejez con dignidad. Todo el barrio tiene una unidad arquitectónica que afortunadamente no ha sido alterada, y que debe ser respetada.

Desemboqué en la playa de la Barceloneta, donde me senté frente al mar, de un azul luminoso y tranquilo, que se resistía al invierno de Enero. Por el paseo marítimo, algunos ancianos paseaban su nostalgia, quizás de pescadores, y otros más jóvenes, con prendas deportivas, corrían al ritmo de sus auriculares. Me senté en un bar a tomar un café. Pensé que tenía aquella noche una cita con una amiga: Celia, la fotógrafa que capta con su cámara la belleza de los detalles que animan las cosas. También sabía que Celia recorre la ciudad en su Harley, a la que mima y abrillanta y de la que tengo una foto preciosa del espejo retrovisor. A Celia le gusta llamarse Life, así firma su blog y sus correos, así figura en el costado de su moto. Aún  no conocía de ella su amoroso carácter, su sonrisa serena, su apacible conversación. Después de un tiempo robado a su descanso, he compartido con ella los momentos más emotivos de mi viaje a Barcelona.

Ahora ya conozco el motivo de mi viaje

Lola Buendía
 http://bajomiolivo.blogspot.com/

ENGLISH
Translation: Ken Green
Pictures: Celia Miralles


On this occasion we include a look at Barcelona from outside, written by Lola Buendia. A graduate of the University of Granada in Philosophy and Arts, she directs the magazine of culture and arts, Terral http://www.revistaterral.com/


She presently resides in Benalmádena (Málaga). Her first novel, Los Valles Olvidados (The Forgotten Valleys) won second prize in the XVIII Premio Anual de Literatura in 2008. She has contributed travel stories and opinion articles to various publications, and several books she has had published with other authors have won competition prizes.

Barcelona: The City of Unusual Gravity and Curved Geometry


I have returned to Barcelona after many years, except for a brief visit in 2010 to attend Vilapoética; a few days of poetry after which I took advantage of some free hours to walk around the Gothic neighborhood while passing the time before my return flight to Málaga. As I said, I've returned to the city of curved geometry and columns that defy gravity, for no special reason. Baudelaire said that "The true travelers are those who go just to go".

I settled myself into a guest house on La Rambla, near the Boquería. The sun came from the right of my balcony, and above my head rose the disturbing gargoyles of the adjoining building which, at night, seemed to come to life in order to seize any tenants that dared disturb their silence. Just in case, I always closed the balcony when I went to sleep.



My first visit was to the Boquería market. In spite of the early hour, there were already lots of tourists with their cameras focused on the dazzling colors of the fruits that displayed themselves luxuriously for the eyes and nose, stimulating the palate and recalling one of those little cups neatly prepared with exotic fruits brought from the most exotic lands. Later, I paused at the chocolate stands, with their wares displayed in ascending racks so that everyone could enjoy the same opportunity to see them as the buyer: white, dark, cacao colored, in a variety of shapes; chocolate delights finished with caps of dried fruit to entice the senses... and my tongs darting back and forth evaluating which I could fit in the box... Glasses of juices worthy of a painter's palette or to be the subject of a photograph. People moving from one stall to another, pausing to point out some unfamiliar name, take a snapshot, or simply look. A market open from 8 in the morning to 8 in the evening with it's patient vendors enduring the torrent of tourists.

 
I bought a cup of fruit: 2 or 3 euros, according to the size and variety, and enjoyed it while seated on the edge of my bed, watching the boulevard. Across the street was a living statue of a Roman senator, dressed in a toga. He will place a crown of golden laurel on the head of any tourist who wishes to be photographed with him. Along the length of the Paseo de la Rambla are many living statues: the bicyclist with the skeleton child in front of the Liceo, who pedals when tossed a coin, Cleopatra guarding her Mark Antony, bullfighters on strike, boxing skeletons, feminine angels, goblins, disturbing monsters, courtesans escaped from the guillotine... Farther down, in the direction of the statue of Columbus, are found the painters and caricaturists who complain about the economic crisis and endure the cold.

But, since there is no city that can do without the tourist, along the boulevard are many kiosks with thousands of souvenirs: miniature reproductions of the works of artists that have left their mark on the city: Miró, Gaudí, Picasso... at affordable prices and in sizes that will fit into a suitcase. I've lived on la Rambla for a few days. It's been witness to my solitary walks, where my eyes have met the eyes of faces from many countries. I've listened to languages that I didn't know except by their rhythms and I was carried by the human flood that tries to survive, day by day as in any spot on Earth. I haven't felt an outsider except, on occasion, from myself. I've visited the emblematic neighborhoods of Barcelona that were so aptly recommended by Merche, my Catalan-New Yorker friend: El Borne, El Gótico, with it's old alleys, loaded with history, rejuvenated with a multitude of shops, cafés, delicatessens... Welcoming pleasures and cathedrals whose stones have witnessed important and solemn events.

"Pardon me. How can I get to the Plaza de Catalunya?"

"Straight ahead ma'am... continue straight ahead" was the amiable reply of those I asked.








 And on another day, a portal to the Barceloneta, the neighborhood of fishermen that reminded me of Naples, with it's alleys hung with clothing as if leading the city. It's houses even retain the discolored ochre of their facades, some very old, but they wear their age with dignity. The entire neighborhood has an architectural unity that, fortunately, hasn't been altered and that should be respected.



I came out onto the Barceloneta beach, where I sat facing the sea which was a luminous, tranquil blue that resisted the January winter. Along the seaside walk some elderly people strolled in their nostalgia, perhaps for fisherman, and others, younger, dressed in sportswear, ran to the rhythms in their headphones. I seated myself in a bar to have a coffee and thought of the plan I had to meet that night with a friend: Celia, the photographer who, with her camera, captures the beauty of the details that bring things to life. I also knew that Celia traveled the city on her Harley, which she pampers and polishes, and of whose rear-view mirror I have a beautiful photo. Celia likes to call herself Life . It's how she signs her blog and her correspondence and it appears on the side of her motorcycle. But I didn't know her warm character, her serene smile, her gentle conversation. In some time stolen from her rest, I shared with her the most moving moments of my visit to Barcelona.




 Now I know the reason for my trip.



Lola Buendía

 http://bajomiolivo.blogspot.com/






En aquesta ocasió incloíem una mirada de Barcelona, des de fora, escrita per l’escriptora Lola Buendía,  llicenciada en Filosofia i Lletres per la Universitat de Granada, i que dirigeix la revista cultural i artística Terral  http://www.revistaterral.com/.

Actualment resideix en Benalmádena (Málaga).  La seva primera novel·la, Los Valles olvidados, va merèixer l’accèssit del XVIII Premi Anual de Lliteratura, en el 2008. Ha col·laborat en diverses publicacions amb relats de viatges i articles d’opinió. Té diferents llibres de relats publicats amb altres autors, alguns d’ells, premiats en certàmens.  


BARCELONA: LA CIUTAT DE LA INSÒLITA GRAVETAT I LA GEOMETRIA CORBA
 
Català
Traducció i fotografies: Cèlia Miralles
 
 
He regressat a Barcelona després de molts anys, amb un breu parèntesi per a assistir a unes jornades poètiques en el 2010, Vilapoètica, en les quals vaig aprofitar unes hores recorrent el seu barri gòtic mentre feia temps per a la sortida del meu vol a Màlaga. Com dic, he tornat a la ciutat de la geometria corba i les columnes que desafien la gravetat, sense un motiu especial. Diu en Baudelaire que “Els veritables viatgers són aquells que parteixen per partir”
 
Em vaig instal·lar en un hostal de La Rambla, a prop de La Boqueria. El sol sortia a la dreta de la meva balconada, i per sobre del meu cap s'alçaven les inquietants gàrgoles de l'edifici contigu, que per la nit semblaven prendre vida per a ensenyorir-se dels estranys inquilins que gosessin pertorbar el seu silenci. Si de cas, sempre tancava la balconada quan m'anava a dormir.

La meva primera visita va ser al mercat de La Boqueria. A pesar de la primerenca hora, ja havia molts turistes amb la seva càmera enfocant els enlluernadors colors de les fruites, que s'obrien luxurioses als ulls i a l'olfacte, incitant al paladar i reclamava un d'aquells recipients primorosament preparats amb fruites exòtiques portades dels més variats països. Després em detenia en les parades dels bombons, col·locats en uns tubs ascendents perquè tots gaudissin de la mateixa oportunitat al comprador: xocolata blanca, negre, de color cacau; amb varietat de formes, delícies rematades per barrets de fruits secs, provocant al paladar…i les pinces per aquí i per allà temptejant quin em duria a la paperina … Gots de sucs dignes de la taujana d'un pintor o de l'objectiu d'un fotògraf. Gent movent-se d'un lloc a un altre, detenint-se per a anotar  algun nom desconegut, fer una instantània o, simplement, mirar. Un mercat obert des de les 8 del matí a 8 del vespre; amb la paciència dels seus venedors aguantant el torrent turístic.

Acostumava a comprar un recipient de fruita: 2 o 3 euros, segons la seva grandària i varietat. La degustava asseguda al caient del meu llit mirant al bulevar. Davant es col·locava una estàtua vivent d'un senador romà, vestit amb toga. Als turistes que es feien una foto amb ell, el senador els col·locaves una corona de llorer daurat en el cap. Al llarg del passeig de La Rambla hi ha més estàtues vivents: la de l'home bicicleta amb la nena-esquelet, enfront del Liceu, que pedalejen quan se'ls tira una moneda, Cleopatres esperant al seu Marc Antonio, toreros en atur, esquelets boxadors, àngels femenins, follets, monstres inquietants, cortesanes escapades de la guillotina… Més abaix, en direcció a l'estàtua de Colón es troben els pintors i caricaturistes, que es queixen de la crisi, i suporten molt fred.

Però com no hi ha ciutat que pugui prescindir del turista, al llarg del bulevar hi ha molts quioscos amb milers de souvenires: reproduccions en miniatura de les obres d'artistes que han deixat empremta en la ciutat, Miró, Gaudí, Picasso…, assequibles en preu i grandària per a que càpiguen en la maleta.

En La Rambla he viscut durant uns pocs dies. Ella ha estat testimoni dels meus passejos solitaris, on els meus ulls s'han creuat amb ulls de rostres de molts països, he escoltat llengües que no coneixia excepte per la seva cadència, i m'he deixat dur per la riuada humana que intenta sobreviure el dia a dia com en qualsevol lloc de la terra. No m'he sentit estranya, excepte amb mi mateixa, en ocasions. He visitat els barris emblemàtics de Barcelona, que em va recomanar Merche, la meva amiga catalana-neoyorkina, tan encertadament: el Born, el Gòtic, amb els seus carrerons antics, carregats d'història, adornades per multitud de botigues, cafeteries, xarcuteriesPlacetes acollidores i catedrals, les pedres de les quals han estat testimonis d'importants i solemnes esdeveniments.

 - Perdó, per on puc anar a la Plaça de Catalunya?

 -Tot recte, senyora … segueixi tot recte, era l'amable resposta de la gent a la qual preguntava. 

I un altre dia, un forat per a recórrer la Barceloneta, el barri dels pescadors que em va recordar als de Nàpols, amb els seus carrerons penjats de roba, com abanderant la ciutat, les seves cases encara conserven l’ocre pàl·lid de les seves façanes, algunes molt velles, però que duen la seva vellesa amb dignitat. Tot el barri té una unitat arquitectònica que afortunadament no ha estat alterada, i que ha de ser respectada.

Vaig desembocar en la platja de la Barceloneta, on vaig asseure enfront del mar, d'un blau lluminós i tranquil, que es resistia a l'hivern de gener. Pel passeig marítim, alguns ancians passejaven la seva nostàlgia, potser de pescadors, i altres més joves, amb peces esportives, corrien al ritme dels seus auriculars. Em vaig asseure en un bar a prendre un cafè. Vaig pensar que aquella nit tenia una cita amb una amiga: la Cèlia, la fotògrafa que capta amb la seva càmera la bellesa dels detalls que animen les coses. També sabia que la Cèlia recorre la ciutat en la seva Harley, a la qual acarona i abrillanta i de la qual tinc una foto preciosa del seu retrovisor. A la Cèlia li agrada dir-se Life, així signa el seu blog i els seus correus, així figura en el costat de la seva moto. Encara no coneixia d'ella el seu amorós caràcter, el seu somriure serè, la seva afable conversa. Després d'un temps robat al seu descans, he compartit amb ella els moments més emotius del meu viatge a Barcelona.

Ara ja conec el motiu del meu viatge.

Lola Buendía
 http://bajomiolivo.blogspot.com/