Punto de partida - Meeting Place - Punt de partida

Punto de partida -  Meeting Place - Punt de partida

lunes, 26 de abril de 2010

San Jordi- Saint George- San Jorge

























SANT JORDI, SAN JORGE, SAINT GEORGE


Castellano
Fotos: Celia Miralles
Texto: Mercedes Salvador


Un año más ya hemos dejado atrás la diada de Sant Jordi en Barcelona. Nuestro día de los enamorados, nuestro San Valentín particular, con señeras, rosas, libros y hasta con amenaza de lluvia incluida.

El 23 de abril, en Barcelona es obligado salir a la calle. Algunos como Celia salen a vender rosas rojas para una ONG, y con su sonrisa consiguen que les compre todo el que se le pone por delante, ya sean motoristas, mujeres solitarias o trabajadores de la obra.

Es que es Sant Jordi, el patrón de Cataluña, el caballero que salvó a la princesa en la Capadocia o en el Montblanc, o dónde sea. Cada país lo coloca donde le apetece y como murió en el año 303, pues ha dado tiempo a desfigurar un poco los hechos y a transportarlo hacia aquí o más hacia allá, según convenga.

Lo importante es que Sant Jordi era un caballero muy valiente que salvó a una princesa de que se la comiera el dragón. Las otras mujeres que se le entregaron al dragón para calmar su hambre no tuvieron tanta suerte, pero eso es otra historia para contar en otro lugar.

Algunos dicen que al clavarle la espada en el pecho del dragón nació una rosa. Pero otros aseguran que la tradición viene de que antiguamente las clases aristocráticas, en esos días, celebraban fiestas caballerescas y torneos en el barrio del Born. A las damas de la alta sociedad se les ofrecía flores y con el tiempo se convirtió en costumbre.

Hay otros que nos cuentan la de dragones que hay escondidos por Barcelona y si no basta con observar las fotografías de Josep Martínez, en su libro Drakcelona, donde dice que ha encontrado 400 dragones ocultos en cornisas y picaportes o camuflados en lámparas, o en el Parc Güell o la Casa Batlló. Es que a Antoni Gaudí el tema de la mitología y la historia le gustaba.

Y por si fuera poco, además, es el día Internacional del Libro, por la conmemoración de la muerte de Miguel de Cervantes. Lo interesante es que su obra más conocida, es una burla a las historias de caballeros, ya que Don Quijote no era exactamente un héroe, sino un antihéroe. Pero ahí está con Sant Jordi compartiendo día, si se levantaran de su tumba me pregunto si les gustaría.

Pero lo cierto es que las calles se llenan de puestos de venta de libros, escritores firmándolos, lectores haciendo cola para obtener firmas y expanden con ello ilusiones a otros como yo que esperan algún día poder estar allí firmando su propio libro.

English
Translation: Ken Green
Pictures: Celia Miralles

Text: Mercedes Salvador


In Barcelona, we've left behind another year and another diada de Sant Jordi (St. George's day). Our day of lovers; our St. Valentine's day with its solitary roses, catalan flags and its books and, this year, the threat of rain.

On the 23rd of April, it's customary to take to the street. Some, like Celia, go to help sell red roses to benefit an N.G.O. and, with her smile, they manage to sell every one they offer, whether to motorists, single women or construction workers.

It is Sant Jordi, the patron saint of Catalonia, the knight who saved the princess in Cappadocia, or on Mont Blanc, or wherever. Each country places the story as they please and, since he died in 303, well... they've had time to rearrange the legends a bit to transpose them here and there for convenience. The important thing is that Sant Jordi was a valiant knight who saved a princess from being eaten by a dragon. The other women who were surrendered to the dragon to ease his hunger were not so lucky, but that's another story to be told in another place.

Some say that, upon his plunging the sword into the dragon's breast, a rose came forth. But others assure us that the tradition comes from the ancient festivals and tournaments held for knights by the aristocracy in the Borne district. There, the knights offered roses to the ladies of high society and the custom has survived and changed with the passage of time.

There are others who tell us of dragons hidden throughout Barcelona and, if that's not enough, see Josep Martínez's photos in his book Drakcelona, where he claims to have encountered 400 dragons concealed in cornices and door handles, or camouflaged in lamps or in the Park Güell or the Casa Batlló. But it's only that the architect Antoni Gaudí loved mythological themes and this story.

In addition, this is the International Day of the Book in commemoration of the death of Miguel de Cervantes. How ironic that his best work is a satire on the stories of the knights. Don Quijote wasn't exactly a hero.

What is certain is that the streets are full of stands to sell books, authors to sign them and readers who line up to get those signatures and to inflate the dreams of others, like me, who hope one day to be there signing books of their own.


Català
Fotos i traducció: Cèlia Miralles
Text: Mercedes Salvador


Un any més ja hem deixat enrere la diada de Sant Jordi a Barcelona. El nostre dia dels enamorats, el nostre San Valentí particular, amb senyeres, roses, llibres i fins i tot amb amenaça de pluja inclosa.

El 23 d'abril, a Barcelona és obligat sortir al carrer. Alguns com la Cèlia surten a vendre roses vermelles per a una ONG, i amb el seu somriure aconsegueixen que els compri tot el qual se li posa per davant, ja siguin motoristes, dones solitàries o treballadors de l'obra.

És que és Sant Jordi, el patró de Catalunya, el cavaller que va salvar a la princesa en la Capadocia o en el Montblanc, o on sigui. Cada país ho col•loca on li ve de gust i com va morir en l'any 303, doncs ha donat temps a desfigurar un poc els fets, a transportar-lo cap a aquí o més cap a allà, segons convingui.

L'important és que Sant Jordi era un cavaller molt valent que va salvar a una princesa de que se la mengés el drac. Les altres dones que se li van lliurar al drac, per a calmar la seva fam, no van tenir tanta sort, però això és altra història per a contar en un altre lloc.

Alguns diuen que al clavar-li l'espasa en el pit del drac va néixer una rosa. Però uns altres asseguren que la tradició ve de que antigament les classes aristocràtiques, en aquests dies, celebraven festes cavalleresques i tornejos en el barri del Born. A les dames de l'alta societat se'ls oferia roses i amb el temps es va convertir en un costum.

Hi ha altres que ens expliquen la de dracs que hi ha amagats per Barcelona i si no n'hi ha prou amb observar les fotografies de Josep Martínez, en el seu llibre Drakcelona, on diu que ha trobat 400 dracs ocults en cornises i picaports o camuflats en llums, o en el Parc Güell o la Casa Batlló. És que a Antoni Gaudí el tema de la mitologia i la història li agradava.

I per si no fos poc, a més, és el dia Internacional del Llibre, per la commemoració de la mort de Miguel de Cervantes. L'interessant és que la seva obra més coneguda, és una burla a les històries de cavallers, ja que Don Quijote no era exactament un heroi, sinó un antiheroi. Però ahí està amb Sant Jordi, compartint el dia, si s’aixequés de la seva tomba, em pregunto si els agradaria.

Però la veritat és que els carrers s'omplen de llocs de venda de llibres, escriptors signant-los,
lectors fent cua per a obtenir signatures i, expandeixen amb això, il·lusions a uns altres com jo que esperen algun dia poder estar allí signant el seu propi llibre.

miércoles, 14 de abril de 2010

Castellano - English - Català La Rambla




LA RAMBLA

Castellano

Fotos: Celia Miralles
Texto: Mercedes Salvador

A cualquiera que le digas que eres de Barcelona, lo primero que te nombra es La Rambla ("Las Ramblas" para los turistas).

Una avenida ancha trazada con tiralíneas, con árboles y rieras de gente que caminan arriba y abajo sin ningún propósito en concreto. Va desde la Plaça Catalunya hasta el Passeig de Colom, para desembocar en el mar.

Una arteria humana por donde dan ganas de perderse y de descubrir rincones que escapan a los ojos de los demás.

A veces, vale la pena camuflarse, por entre la multitud, para observar, a un grupo de marinos que han bajado de un barco desde algún país remoto, piropeando a la hija de una mujer con un delantal manchado. Te puedes sentar en una silla y ver a un ejecutivo de americana y corbata que corre al trabajo al lado de un travestido mulato que contornea sus caderas a ritmo de samba.

Entre gente, bullicio, quioscos, fuentes, farolas, iglesias, músicos, bocinazos, callejuelas que llevan a Plazas y edificios negruzcos de polución uno no deja de preguntarse:

¿Qué tiene nuestra Rambla que la hace tan diferente de todas las demás calles, como si respirara con voluntad propia?

Si caminas por la acera lateral puedes probarte una camiseta del Barça y hasta un sombrero mejicano, como si todos los países de habla hispana fuéramos una sola cosa y no hubiera un Océano de por medio.

Luego puedes pararte en cada estatua viviente y darle unas monedas hasta quedarte sin blanca.

Bajando por la acera de la derecha, te encuentras con el mercado de La Boqueria, con paradas llenas de bandejas multicolores y variedad de frutas tropicales, exóticas y otros manjares.

Pero uno de mis lugares preferidos, es la Pastisseria Escribá (Antigua Casa Figueras). En cuanto se ven los decorados modernistas, los mosaicos y los vidrios emplomados con figuras femeninas, uno adivina que ha llegado al lugar adecuado. Me paso un rato mirando el relieve de piedra de la cosechadora de trigo que parece estar orgullosa de sí misma. Hace cara de haber vivido una buena vida. Pero el aroma de pastas al horno me recuerda que allí es dónde Antoni Escribà “el mago del chocolate” ha dejado como legado, además del premio al “Mejor Pastelero de Europa”, las famosas monas de Pascua (tradición catalana en la que el padrino regala a su ahijado/a, en el día de Pascua, un pastel con objetos y/o personajes totalmente hechos de chocolate, …). No hace falta tener un ahijado para comérselo.

Y cuando sales de allí con la camiseta del Barça puesta, la mona en una mano y el sombrero mejicano en la otra puedes entrar en El Liceo, y a lo mejor, escuchar a Montserrat Caballé y a Josep Carreras cantando La Bohème, mientras los pobres turistas comen paellas a precios exorbitantes, en los restaurantes del centro de La Rambla.

De la acera de la izquierda llega el olor a cafeterías antiguas, como el Café de la Opera y uno puede sentarse a descansar un poco mientras se pregunta si la fachada premodernista de la Casa dels Paraigües, con la figura de un dragón, el paraguas chino y el farol, era de La Rambla o del viaje que hiciste a China.

Al fondo se divisa la estatua de Cristóbal Colón elevada a 60 metros de altura, desde donde observa tenderetes de artesanos y pintores. Señala con el dedo, por encima de todas las cabezas, hacia el mar. Pero cuando uno trata de pensar si el Mediterráneo y América están en el mismo lado, la conclusión es que no, más bien están en sentido opuesto: podríamos decir que señala en sentido metafórico hacia América o hacia Huelva, desde donde zarparon La Pinta, La Niña y la nao La Santamaría por primera vez, en busca de la India y se encontraron con América.

Y entonces es cuando uno se da cuenta de que en La Rambla caben todo tipo de sueños y cualquier cosa es posible.


English

Translation: Ken Green
Pictures: Celia Miralles

Text: Mercedes Salvador

Upon telling anyone who has visited Barcelona that you are a native of that city, the first thing he will mention is La Rambla. The wide avenue seems to have been traced by drafting pen from the Plaça Catalunya to the Passeig de Colom where it flows into the sea beyond. It is filled with trees and streams of people who walk up and down with no particular destination. An artery of humanity where they go to lose themselves and discover corners that escape the eyes of everyone else.

Sometimes it's worthwhile to camouflage yourself within the multitude in order to observe a group of sailors who have come off a ship from some remote country to flirt with the daughter of a woman wearing a stained apron. Or, you can sit in a chair and watch an executive in jacket and tie as he rushes to work past a dark-skinned transvestite swinging her hips to the rhythm of a samba.

Among the people, kiosks, fountains, lampposts, churches, musicians, honking horns, narrow lanes and uproar, one must ask himself; What is it that La Rambla has that makes it so different from all the other streets, as if it breathes with a will of its own? Along the sidewalk, you can try a Barça (fútbol club) t-shirt and a Mexican sombrero, as if all Spanish-speaking countries were one thing with no ocean between them.

Later, you can stop at each of the "living statues" and leave a few coins.

Down the sidewalk to the right you will find La Boqueria; the open market whose stalls are filled with an array of multi-colored trays of tropical fruits and other treats. But one of my favorite places is the Pastissería Escribá in the Antigua Casa Figueras. As soon as one sees the modernista setting, with its mosaics and windowpanes depicting female figures in stained-glass , one may assume she has arrived at a worthwhile destination. I pass some time looking at the stone relief of a woman who seems so proud as she carries her sheaf of wheat. She has the face of someone who has lived a good life. But the aroma of pastry in the oven reminds me that this is where Antoni Escribá, The Magician of Chocolate, has left as his legacy (in addition to the prize for the "Best Pastry Chef of Europe"); the famous monas de Pascua. These are a part of the Catalan tradition in which, on Easter day, a godparent gives each of his godchildren a cake with an object or character made completely of chocolate. But you needn't have a godchild to eat one.

And when you leave the Pastissería wearing your Barça t-shirt, a mona in one hand and a Mexican sombrero in the other, you may enter El Liceo and, perhaps, hear Montserrat Caballé and Josep Carreras singing La Bohème while the poor turistas eat turista-priced paellas in the restaurants at the center of La Rambla.

From the sidewalk to the left comes the scent of ancient coffee houses, like the Café de la Opera, where you may sit and rest a bit while asking yourself if the premodernista facade of the Casa dels Paraigües, with its figure of a Chinese dragon holding a streetlamp above an umbrella, was really on La Rambla or a memory from your trip to China.

At the foot of La Rambla you can make out the statue of Cristóbal Colón, elevated on a column to a height of 200 feet, from where he observes the stalls of artesans and painters. From far above their heads, he points his finger to the sea. But when you consider whether the Mediterranean and America lie in the same direction, the conclusion is that no, they are opposite. We could say that he points in a metaphoric sense toward America or toward Huelva, where the Niña, the Pinta and the Santamaría set sail for the first time in search of India, only to find America.

And that's when you realize that, on La Rambla, there is room for every sort of dream and everything is possible.

Català
Fotos i traducció: Cèlia Miralles
Text: Mercedes Salvador

A qualsevol que li diguis que ets de Barcelona, el primer que et nombre és La Rambla ("Les Rambles" per als turistes).

Una avinguda ampla traçada amb tiralínies, amb arbres i rieres de gent que caminen amunt i avall sense cap propòsit en concret. Va des de la Plaça Catalunya fins al Passeig de Colom, per a desembocar en el mar.

Una artèria humana per on donen ganes de perdre's i de descobrir racons que escapen als ulls dels altres.

De vegades, mereix la pena camuflar-se entre la multitud, per a observar a un grup de marins que han baixat d'un vaixell des d'algun país remot, piropejant a la filla d'una dona amb un davantal tacat. Et pots asseure en una cadira i veure a un executiu d'americana i corbata que corre al treball al costat d'un transvestit mulat que contorneja els seus malucs al ritme de la samba.

Entre la gent, la bullícia, els quioscs, les fonts, els fanals, les esglésies, els músics, els clàxons, els carrerons, que duen a Places i edificis negres per la pol•lució un no deixa de preguntar-se:

Què té la nostra Rambla que la fa tan diferent de la resta dels carrers, com si respirés amb voluntat pròpia?

Si camines per la vorera lateral pots provar-te una samarreta del Barça i fins i tot un barret mexicà, com si tots els països de parla hispana fóssim una sola cosa i no hagués un Oceà pel mig.

Després, pots parar-te en cada estàtua vivent i donar-li unes monedes fins a quedar-te sense sense cap ni una.

Baixant per la vorera de la dreta, et trobes amb el mercat de La Boqueria, amb parades plenes de safates multicolors i varietat de fruites tropicals, exòtiques i altres suculents productes.

Però un dels meus llocs preferits, està baixant per la vorera de la dreta, és la Pastisseria Escribà (la Antigua Casa Figueras). Quan es veuen els decorats modernistes, els mosaics i els vidres emplomats amb figures femenines, un endevina que ha arribat al lloc adequat. Em passo una estona mirant el relleu de pedra de la recol·lectora de blat que sembla estar orgullosa de si mateixa. Fa cara d'haver viscut una bona vida. Però l'aroma de pastes al forn em recorda que allà és on Antoni Escribà “el mag de la xocolata” ha deixat com llegat, a més del premi al “Millor Pastisser d'Europa”, les famoses mones de Pasqua (tradició catalana en la qual el padrí regala al seu fillol o fillola, el dia de Pasqua, un pastís amb objectes i/o personatges totalment fets de xocolata, …). No cal tenir un fillol per a menjar-se'l.

I quan surts d'allà amb la samarreta del Barça posada, la mona en una mà i el barret mexicà en l'altra pots entrar en El Liceu i, potser, escoltar a na Montserrat Caballé i en Josep Carreres cantant La Bohème, mentre els pobres turistes mengen paelles a preus exorbitants, en els restaurants del centre de La Rambla.

De la vorera de l'esquerra arriba l'olor a cafeteries antigues, com el Cafè de l'Opera i un pot asseure's a descansar una estona mentre es pregunta si la façana premodernista de la Casa dels Paraigües, amb la figura d'un drac, el paraigua xinès i el fanal, era de La Rambla o del viatge que va fer a la Xina.

Al fons es pot veure l'estàtua de Cristóbal Colón elevada a 60 metres d'alçada, des d'on observa paradetes d'artesans i pintors. Assenyala amb el dit, per sobre de tots els caps, cap al mar. Però quan un tracta de pensar si el Mediterrani i Amèrica estan en el mateix costat, la conclusió és que no, més aviat estan en sentit oposat: podríem dir que assenyala en sentit metafòric cap a Amèrica o cap a Huelva, des d'on van salpar La Pinta, La Niña i la nao La Santamaría per primera vegada, a la recerca de la Índia i es van trobar amb Amèrica.

I llavors és quan un s’adona que en La Rambla caben tot tipus de somnis i qualsevol cosa és possible.